1 Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de
toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el
temor de Dios.
2 Dadnos lugar en vuestros corazones. A nadie hemos ofendido; a
nadie hemos arruinado; a nadie hemos explotado.
3 No os digo esto con ánimo de condenaros. Pues acabo de deciros
que en vida y muerte estáis unidos en mi corazón.